“El salario no es más que un nombre especial con que se asigna al precio de la fuerza de trabajo, o lo que suele llamarse precio del trabajo, el nombre especial de esa peculiar mercancía que sólo toma cuerpo en la carne y la sangre del hombre”
Carlos Marx[1]
por Ariel Orellana
La situación actual para la clase trabajadora es sin lugar a dudas una de las más complejas en los últimos 20 años, la crisis del capitalismo monopólico que por su profundidad, extensión e integralidad se anota entre las más graves del último siglo, mantiene al sistema económico en una recesión histórica, declarada así incluso por los organismos del imperialismo (OCDE, FMI, BM, OIT), la cual se ha visto atravesada por la pandemia del COVID-19, que ha obligado a extensos confinamientos y cuarentenas, pandemia que no solo ha cobrado víctimas fatales entre las y los trabajadores y el pueblo, sino que también, ha expulsado del mercado del trabajo formal e informal a millones en el mundo, condenándolos a mayores grados de precarización, hambre y miseria, aumentando así el ejército de cesantes a nivel mundial y con esto la burguesía monopólica ha regulado el precio de la fuerza de trabajo a la baja en todas las latitudes del planeta.