por Petxo Idoiaga
El Juicio de Burgos significó, en el contexto de las seis claves para una interpretación global del mismo, la consolidación de la izquierda abertzale como movimiento político y social identificado con el nacionalismo independentista como ideario y con ETA como referencia política dirigente, ambos como fundamentos constituyentes, con el socialismo como horizonte y con la radicalidad en el enfrentamiento a la represión como forma de acción. Ese movimiento político y social venía forjándose desde un tiempo anterior y tuvo ya una notable eclosión en las movilizaciones convocadas por ETA, en octubre de 1967, como Batasun Eguna (Día de la Unidad) en defensa de la constitución de un Frente Nacional y, sobre todo, en las amplias movilizaciones populares en protesta por la primera muerte de un militante de la organización, Txabi Etxebarrieta, en enfrentamiento con la guardia civil en junio de 1968.