La Argentina sin Maradona. La tristeza de haber sido y el dolor de ya no ser

por Ricardo Maldonado

El dolor no se debate, la política si. Que Maradona sea velado en la Casa Rosada implica que es un acontecimiento estatal, político y de orden nacional (también internacional pero no es el asunto de estas líneas) Por lo tanto, instalado fuera de toda referencia íntima y familiar, se habilitan dos posibilidades: hablar de un acontecimiento político con la perspectiva política que cada uno sostiene, o inaugurar el terreno especial, metafísico y trascendental, de lo indiscutible. Un inefable social. Una extraterritorialidad acrítica, algo similar a lo que plantea la Iglesia para los temas urticantes como el aborto o la educación sexual: son in-discutibles, porque afectan sentimientos, valores, tradiciones. Y esas cosas no se pueden poner en discusión por no ser terreno del pensamiento, sino de los sentimientos. Son cosas hirientes, hay que hacer silencio. Que las multitudes sensibilizadas por los pañuelos celestes o por el mejor jugador de todos los tiempos no sean plenamente coincidentes no reviste importancia, el mecanismo es el mismo, y la conclusión también: la sociedad no puede hablar de ciertos temas, están más allá de debate. Es lo que sostienen la monarquía saudita con respecto a la igualdad legal de las mujeres, que no se podía ni siquiera debatir porque esa minoría feminista hería la sensibilidad y la tradición de la mayoría musulmana. Y no sólo lo sunitas, los chiitas del Irán de los ayatollahs actúan así. O los cristianos del Ecuador de Correa o de la Argentina de Cristina, sostuvieron lo mismo frente al aborto: no se habla, no se discute, no se decide. ¿Y los hechos que señalan allí una necesidad y un problema? Silencio. Silencio, el sentimiento exige silencio.

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