por Igor Goicovic
El 18 de julio de 2019, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), informaba al país que el ingreso mediano de la población ascendía a 379.673 pesos; es decir, la mitad de los chilenos sobrevive de manera precaria con no más de 520 dólares mensuales. A contrapelo de lo anterior, el 1% más rico de la población (no más de 170.000 personas), concentran el 33% de la riqueza total. Este mismo 1% más rico de Chile recibe 2,6 veces más ingresos que el 1% más rico en países como EE.UU., Canadá, Alemania, Japón, España y Suecia. Estos antecedentes, que no son en ningún caso nuevos, abrieron un amplio debate público, debate al cual no sólo concurrieron los economistas, dirigentes empresariales y políticos, sino que también líderes sociales y trabajadores comunes y corrientes. Para todos se hacía evidente que algo no funcionaba bien en Chile. Pero como si la inequidad no fuera suficiente, las autoridades de gobierno se encargaron de enrostrarle a los más humildes todo su desprecio y falta de escrúpulos.