Algunos hombres que ríen y el arte de contar historias

por Cristián Vázquez

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En la tormentosa noche del 29 de enero de 1690 –hace un mes y 330 años– un barco se alejó de la isla de Portland, en el sur de Inglaterra, dejando en la rocosa costa a un niño de diez u once años. Ese abandono era la última crueldad que los tripulantes de aquella embarcación ejecutaban contra ese niño: antes le habían mutilado y deformado el rostro para dejarle fija en la cara una sonrisa monstruosa y convertirlo así en un fenómeno de feria. El niño se llamaba Gwynplaine.

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Víctor Hugo: El Bosque de la Saudraie

En los últimos días de mayo de 1793, uno de los batallones parisienses enviados a Bretaña por Santerre registraba el temible bosque de la Saudraie, en Astillé. El batallón se componía ya solo de unos trescientos hombres, porque había sido diezmado en aquella dura guerra. Era la época en que después de los combates de Argonne, Jemmapes y Valmy, el primer batallón de París, que tenía seiscientos voluntarios, había quedado reducido a veintisiete hombres, el segundo a veintitrés, y el tercero a cincuenta y siete. Tiempo fue aquél de luchas épicas.

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