I
El sacerdote despertó justo antes de la medianoche. Sintió un relámpago iluminar el rumor de la selva. Yacía entre despojos humanos, entre ojos desorbitados, entre manos arrancadas violentamente que aún sostenían objetos sin importancia aferrándose inútilmente a un último trozo de vida. En unas horas sería un cuerpo muerto, esparcido en la oscuridad del tiempo.