por Julia Cámara
Primero fueron los mensajes virales por otras redes sociales, avisando a desconocidas de potenciales infidelidades por parte de sus parejas. Después las loas a los amores para toda la vida, esos que todo resisten y siempre perdonan. Por último, la reivindicación de los celos como demostración de amor verdadero. ¿Está volviendo el peor de los amores posibles, el de la exigencia y sacrificio, el que marca el territorio conquistado como propiedad privada y salta ante cualquier posible injerencia externa? No lo sé. En cierto modo quiero creer que el poso del estallido feminista de los últimos años todavía funciona como muro de contención contra tendencias de ese tipo. El recrudecimiento de los discursos familiaristas y la movilización política de la impotencia aspiracional de las clases medias, sin embargo, hacen que sea posible pensar en ese sentido.