por Francesco Giliani
«Los partidos estalinistas actuales son organismos conservadores, que quieren imponer su autoridad y liderazgo a priori, suprimiendo cualquier aceptación consciente y espontánea del principio de autoridad y dictadura dentro del partido y del movimiento obrero.
“En toda la obra de Gramsci y en todo el pensamiento revolucionario de Gramsci, los dos términos: libertad y dictadura, autoridad y conciencia no están nunca separados y opuestos formalmente, sino que encuentran un vínculo vivo y dialéctico, un vínculo que el partido comunista estalinizado ha destruido completamente, sustituyendo la concepción del comunismo crítico por una concepción burocrática e idealista de la dirección del partido».
(A. [Alfonso Leonetti], «Gramsci: L’ Ufficio del Partito», La Verità, Parigi, n. 2, abril 1934)
Introducción
El destino póstumo de Gramsci es un caso particular y discordante de embalsamamiento del pensamiento político de un comunista. Pocos de la izquierda lo critican, incluso entre los reformistas más inveterados. Suerte contraria a la de Lenin, tan intensamente presente en la formación gramsciana. Así, el «gramscismo» se ha convertido en una ideología reformista.