por Claudio Katz
Nuevamente el país afronta la presión de los poderosos para forzar una devaluación. Despliegan su conocido libreto de terrorismo de mercado para disparar la cotización del dólar atemorizando a los pequeños ahorristas. Pero esta corrida no se asienta en los cimientos habituales. Hay pocos compromisos inmediatos de la deuda externa, el superávit comercial es significativo, la demanda de divisas para el turismo quedó enflaquecida por la pandemia y la depresión productiva desplomó las necesidades de compra de insumos externos. La famosa “falta de confianza” que desata la periódica apetencia por el dólar, no incluye esta vez los condicionamientos más corrientes.