«Sobre la noche el cielo y al final el mar»: El archivo desmembrado de Raúl Zurita

por Nicolás López Pérez

Con el título de este libro, pienso en ese volumen de ensayos Sobre el amor, el sufrimiento y el nuevo milenio (2000) y en esas flores de la portada que solo se nos muestran como luces a lo lejos. En ese texto, Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) zurce unas páginas indelebles a la humanización de las prácticas literarias.

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Documental «Zurita, verás no ver»: «Y llorarás…»

por Alejandra Boero Serra

«Y las mejillas de amor se transparentan/ subiendo y los ojos hechos polvo de toda la/ muerte arrojada, de todas las tumbas arrojadas, de/ todo el sueño y el mar y el amor arrojados».
Raúl Zurita

En un país donde la poesía se respira y se discute, en Chile, Raúl Zurita, poeta, performer, prestigioso, incómodo, sigue escribiendo, dibujando, reflejando, proyectando su voz. Dando su vos. Mostrando su voz/vos. Dejando alli, su cuerpo. Textual. Metafórico.

«Verás un mar de piedras». En los acantilados de Pisagua. Luz proyectada en 22 frases/mantras. Palabras que horadarán la piedra desde el mar. Hasta que anochezca. Y al amanecer… Una última frase.

Una acción poética que da cuenta de una vida. Un cuerpo que da vida a las palabras. Palabras que, cielo y tierra mediante, alumbran el cono de sombra del cuerpo poético, de la obra vivida, de la vida en acción de poesía permanente.

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Intelectuales y académicos chilenos publican manifiesto: “Guaidó oscurece cualquier salida democrática”

Somos artistas y creadores, académicas y académicos, profesores y profesoras chilenos. Suscribimos la presente declaración porque queremos señalar al pueblo de Chile y a nuestro actual gobierno, nuestra aspiración universal por la paz, por la soberanía y por una solución de diálogo democrático y transparente frente a la actual injerencia de Estados Unidos en Venezuela. Estados Unidos tiene una larga historia de intervenciones en ese país, en sus esfuerzos espurios para ganar control sobre la riqueza petrolera, habiendo apoyado la dictadura de Pérez Jiménez en la década de 1950 y más recientemente en abril de 2002, año en que orquestó un fallido golpe militar contra el gobierno de Hugo Chávez. Hoy, la interferencia norteamericana ha sido encabezada con el liderazgo del Gobierno de Sebastián Piñera a través de la auto proclamación de Juan Guaidó, claramente resuelta desde Washington. Se evidencia que su autonombramiento solo oscurece cualquier salida democrática y transparente en Venezuela. Quienes aquí adherimos rechazamos fehacientemente esta política exterior de Chile en connivencia con Estados Unidos.

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Raúl Zurita, Urgente!!! Las tres órdenes del día: FUERA EL IMPERIALISMO DE VENEZUELA

1.- FUERA EL IMPERIALISMO DE VENEZUELA!

2.- FUERA EL IMPERIALISMO DE VENEZUELA!

3.- FUERA EL IMPERIALISMO DE VENEZUELA!

Nadie se puede desentender de la feroz agresión que el imperialismo norteamericano, así, con la terrible vigencia de esas viejas y grandes palabras, está llevando contra la república bolivariana de Venezuela. El guión ha sido cuidadosamente urdido y tiene incluso un nombre: es el guión Chile y la escena vuelve a repetirse, pero no como farsa como afirmaba Marx, sino como doble tragedia, como una tragedia que por sabida sobrepasa a la tragedia. Los Estados Unidos están repitiendo hoy en Venezuela exactamente lo que hizo en Chile en 1973, con la pavorosa salvedad que, de lograr su objetivo: exterminar el chavismo y apoderarse impunemente de la reserva de petróleo más grande del mundo, las consecuencias serán incluso más horrorosas, más bárbaras, más asesinas, que las consecuencias que tuvo para nuestro país la implantación de la dictadura, porque sólo el pueblo venezolano puede determinar el precio que está dispuesto a pagar por su dignidad, por su independencia, por su derecho a tener voz, sólo a partir de ese reconocimiento básico se podrá juzgar a Maduro. El imperialismo ha decretado su muerte como se la decretó a José Martí, a Augusto César Sandino, al Ché Guevara, a Salvador Allende, pero no es el imperialismo, sino el pueblo venezolano quien debe decidir si está con él, si le mantiene el apoyo que masivamente le otorgó en las últimas elecciones presidenciales.

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Raúl Zurita: para mí que usted no es de la Isla de Pascua

Yo tenía 21 años, Juan Luis algo más de 28 y compartíamos la misma máquina de escribir. Era una máquina de escribir portátil, eléctrica, para esa época un verdadero lujo que nos habíamos procurado borroneando un poco la frontera que separa el impulso trasgresor del joven artista de la simple delincuencia. Éramos poetas, jóvenes y delincuentes. Yo me había casado con su hermana menor, Miriam, no menos talentosa que él, y poco después él lo haría con Eliana, que lo amó, lo cuidó y comprendió la magnitud de la obra de su marido. Han pasado 45 años. Al fondo, el omnipresente sonido de las olas rompiéndose entraba por las ventanas sin vidrios de la casa de sus padres. Vivíamos todos juntos y solo años más tarde, cuando me debatía entre el horror de la dictadura y mi propia autodestrucción, me di cuenta de que había sido un tiempo feliz.

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