por Hilary Wainwright //
El año 1968 fue histórico, pero no en el sentido de constituir un momento singular en una evolución lineal de la historia. Las experiencias de aquel año –y, de modo significativo, de los años que le precedieron y le siguieron– marcaron a una generación, aunque generaron maneras de pensar que, retrospectivamente, han resultado ser tan ambivalentes como complejas.