El vampirismo del capital (1)

por Alain Bihr

El vampiro es una figura mitológica antigua, común a numerosas culturas. En Europa se popularizó especialmente en la parte oriental y en los Balcanes 1/, donde las creencias en los vampiros y sus ritos particulares siguen muy vivas en la actualidad, sobre todo en determinadas regiones de Rumanía 2/. La figura del vampiro, tal como la conocemos hoy, se deriva de esas creencias y ritos, aunque no sin haber sido objeto de deformaciones y malinterpretaciones 3/. Una primera fuente sería la de los comerciantes sajones que se habían establecido en las  poblaciones de Transilvania durante el siglo XII, donde habían obtenido privilegios comerciales, en especial la exención de impuestos. Estos privilegios fueron impugnados a mediados del siglo XV por el voivoda (príncipe) de Valaquia Vlad III Basarab, llamado Vlad Tepes (Vlad el Empalador), también llamado Draculea porque su padre Vlad II era apodado Vlad Dracul (Vlad el Diablo). El rigor de las sanciones infligidas por Vlad III a los comerciantes recalcitrantes, que podían llegar hasta la pena de muerte, le valdría muy pronto el calificativo de príncipe sanguinario en la correspondencia de estos comerciantes con sus colegas occidentales, dando así a luz la leyenda del Drácula vampiro 4/.

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El Marx tardío: no Dios sino artesano

Saturno devora a su hijo

por Teodor Shanin

Das ist der Weisheit letzer Schluss:
Nur der verdient sich Freiheit wie das Leben
Der täglich sie erobern muss!.

(Esta es sabiduría final definitiva:
Sólo merecerá la libertad y la vida
quien deba conquistarlas de nuevo día a día.)
GOETHE. Segundo Fausto.

Buscando un orden en el cambio 

El tomo I de El Capital de Marx fue, a la vez, el culmen de la Economía Política Clásica y su más radical interpretación. Proporcionó un modelo fundamental de las economías y sociedades industrialmente más avanzadas de su tiempo, construido sobre la “teoría del valor” clásica. Desarrolló la teoría de la “plusvalía” y la situó en el centro del análisis como una teoría de la acumulación obtenida mediante la explotación y, en consecuencia, como teoría de la lucha de clases y las transformaciones sociales estructuralmente determinadas. Ese libro es, claramente, por tanto, “la autoconciencia de la sociedad capitalista…primariamente una teoría de la sociedad burguesa y su estructura económica”4, pero, en aras del realismo,debemos situarlo en su tiempo y en su lugar, territorial y políticamente. Su fecha, es la del florecimiento del capitalismo industrial “privado” anterior a 1870. Su lugar, es la Europa Occidental, específicamente Gran Bretaña. El contexto político, es el desafío socialista al status quo, la exigencia de convertir los bienes materiales y el potencial que el capitalismo industrial había producido en una base para una sociedad justa, ”para construir Jerusalén en las verdes y placenteras tierras de Inglaterra”5. Usando el lenguaje hegeliano favorito de Marx, diríamos que la estructura teórica de El Capital, por consiguiente, es negación dialéctica de la Economía Política y autoconciencia de un capitalismo que -llegado a su más alto nivel de realización- se convierte en crítica de sus propias raíces y, por tanto, en desenmascaramiento, subversión y transformación de sí mismo.

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