por Michael Roberts
La cumbre del G20 de la semana pasada en Osaka no llegó a ningún acuerdo sustancial en la guerra comercial y tecnológica que los EE.UU. está librando con China. A lo sumo, se alcanzó una tregua en la escalada de aranceles y otras medidas contra las empresas de tecnología chinas. Pero no se consiguió un acuerdo duradero. Porque se trata de una ‘guerra fría’ entre el poder económico en relativo declive de los EE.UU. y el nuevo y peligroso rival por la supremacía económica, China. Al igual que la última ‘guerra fría’ entre los EE.UU. y la URSS, podría durar una generación o más antes de que surja un ganador. Y las probabilidades de que sea EE.UU. disminuyen cuanto más tiempo dure la guerra fría.