por Fernando Socar
El magnífico mármol de las escaleras de la sede de Santiago del Congreso Nacional, que fue escenario de la presentación del «Acuerdo por Chile», ha sido la icónica mejor ironía (inconsciente) que pudieron utilizar, para evocar los tiempos y cegueras de la época versallesca.
En efecto, en aquellos años de la monarquía absoluta francesa, la corte, los dignatarios y las élites, se aislaron del pueblo, se alejaron de las masas parisinas, construyeron no solo un espectacular palacio con sus villas circundantes, sino una costumbre de sistema dominante que gobernaba en las alturas, indolentes y ensimismados.