por Juan García Brun
Escribir -como pretendo hacer ahora- prescindiendo de Google limita la precisión del relato y quiero pensar que le da al mismo, con sus errores, mayor vitalidad, “espontaneidad”, como les gusta decir a los defensores del empirisimo y también a nuestros intelectuales oficiales. Aquellos entronizados –pienso en Squella, Warken, pero también en Lafourcade durante la Dictadura- por los grandes medios de comunicación y cuya capacidad de transportarnos a temáticas trascendentes, aún con un precario andamiaje teórico, construyen una especie de “oposición” al régimen. Una oposición formal, cómoda y vergonzosa, pero con alguna virtud estética aunque ella sea la de lo bizarro.