por David Skidmore
Tras el caos de la Revolución Cultural (1966-1976), el líder del Partido Comunista Chino (PCC), Deng Xiaoping, abandonó el dogma maoísta para salvar tanto a la nación como al partido. Sin embargo, la relajación del control totalitario, junto con las reformas económicas y la apertura al mundo exterior, crearon un vacío intelectual que ha permitido que ganen terreno las ideas demócratas liberales entre la juventud china y la intelectualidad. Esta amenaza para el poder comunista fue contrarrestada por la represión violenta de las manifestaciones de 1989 en la plaza de Tian’anmen y otros lugares.