por David Walsh
El sábado habrán pasado 20 años desde la masacre en la secundaria de Columbine, un suburbio de Denver, Colorado. En este horrendo incidente, dos estudiantes de doceavo año, Eric Harris y Dylan Klebold, mataron a doce compañeros y un profesor a tiros antes de suicidarse.
Pese a otros tiroteos previos en escuelas estadounidenses antes del 20 de abril de 1999, su carácter planificado y sistemático, la sangre fría con la que fue ejecutado, su brutalidad desesperada, su alcance (Harris, en su diario fantaseó sobre secuestrar un avión y chocarlo en medio de Nueva York antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001), su momento “político” consciente (el cumpleaños de Adolf Hitler y cerca del aniversario del atentado terrorista de derechas en Oklahoma City en 1995), este acontecimiento en Columbine representó algo cualitativamente nuevo e inquietante.