Poema de Juan García Brun: «Árbol se apaga»

Nevaba, llovía, luego granizaba. Luego volvía a nevar en un ciclo implacable. La senda se desdibujaba, la tempestad me sacaba del camino y el paisaje en los momentos en los que podía ver algo, era hermoso y solemne: un valle de piedras megalíticas extendiéndose disperso, tras el curso de lo que fuera un río o una corriente marina. Las franjas de los farellones se interrumpían por los trazos de viento.

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