por David Toomey
EN DONDE EL LECTOR ES INFORMADO DE UNA CONVERSACIÓN IMAGINADA EN UN SIGLO PRECEDENTE, Y EN DONDE SE DESCRIBE EL PROPÓSITO DEL AUTOR DE ESTE LIBRO
Mi primer encuentro con La máquina del tiempo de H. G. Wells fue inocente. Cuando lo saqué de un estante de la biblioteca no tenía ni idea de que fuera considerado un clásico de la literatura. Me atraía simplemente la promesa que encerraba aquel título tan sensacional. Cuando abrí la primera página de texto y me encontré con la frase “El Viajero en el Tiempo (pues esta debe de ser la manera más apropiada de referirse a él) nos estaba hablando de un tema muy abstruso”, ya no pude echarme atrás. Una cuantas páginas más adelante, Wells había pintado una escena de un grupo de caballeros de la época victoriana reunidos en una sala de estar, y yo tenía la sensación de estar sentado entre ellos.