Los esponsales de Hannibal

por Juan García Brun

Esta es la escena fundacional de una tragedia amorosa de magnitudes insondables. Lécter le dice a Clarice, luego de una cena de elegancia infernal y de haberse salvado ambos de la muerte: «He atravesado el mundo sólo para verte correr. ¿Cuándo me vas a pedir que pare?, ¿Si me amas, para?». Ella responde: «Jamás» y llora. Después del beso unilateral -pero no forzado- ella lo esposa, en minutos llega la policía, él se corta la mano y antes le dice: «esto va a doler». La bella, la bestia, reflejadas contra un río nocturno en el que Hannibal se pierde. 

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