La poesía detenida y radiante de Patricio Lara

por Juan García Brun

Conocí a Patricio Lara el incombustible año 1984. En Valdivia llovía entonces con ferocidad y el fuego comenzaba a templarnos. Él vivía en una cabaña cerca de lo que en aquél entonces era el IPV, unas cabañas mediterráneas, parecidas a las construcciones utilizadas para hacer pruebas nucleares en el desierto. Sólo que éstas parecían estar bajo un roble inmenso, gigante, a metros de las profundas aguas del canal Haverbeck y, debo insistir, bajo una lluvia que devoraba todo. No deja de ser paradójico, en este contexto, que él estudiara Turismo.

Leer más

Ir al contenido