por Macarena Segovia, Nicolás Massai y Nicolás Sepúlveda
Nunca en la historia de Panguipulli había pasado algo así. La noche del viernes 5 de febrero los vecinos de la ciudad sureña vieron arder los edificios de la municipalidad, del juzgado local, del registro civil y de varios otros servicios públicos y privados. Cinco horas antes un sargento de Carabineros había acribillado en una esquina del centro de la ciudad al malabarista Francisco Martínez, a vista y paciencia de todos. Nadie se lo esperaba, pero la rabia se expandió como la pólvora. Otra vez la policía uniformada está en el centro de un escándalo social, judicial y político.