por Juan Carlos Ramírez
La cuarentena total en que está sumergida la región Metropolitana de Santiago desde el 16 de mayo es casi una ficción. A pesar de las multas por transitar sin permisos o las insistentes imágenes en TV de carabineros devolviendo a sus casas a quienes no los poseen, en la práctica no son demasiado respetadas. Las filas para regularizar deudas en los bancos y comprar en los supermercados siguen siendo enormes, tanto como la cantidad de autos circulando inclusive bajo toque de queda. Porque en el Chile de Piñera, la economía es la prioridad y los certificados para circular para los trabajadores de las empresas han sido excepcionalmente generosos.