por Karina Nohales y Javier Zúñiga
El 8 de octubre de 2019, el presidente Sebastián Piñera aseguraba en un programa de televisión que “Chile es un verdadero oasis en una América Latina convulsionada”. En efecto, Chile fue presentado ante el mundo durante casi treinta años como un modelo de exportación y ejemplo de estabilidad neoliberal. La clave del éxito estuvo dada por el compromiso del conjunto de los partidos, adversarios y proclives a Pinochet, en la administración de la institucionalidad y del modelo económico instalado durante la dictadura (1973-1990). El “oasis”, fundado y sostenido en un programa de aplastamiento y sobreexplotación de la clase trabajadora, estalló diez días más tarde, exponiendo de manera descarnada unas condiciones de vida crecientemente insostenibles para amplias capas de la población.