Una de las obras más personales de los comics contemporáneos, y provista de un sustancial sustrato ideológico, es la de Hugo Pratt, autor italiano nacido en 1927 , cuya labor en Argentina durante los años 50 contribuyó a desligar los comics sudamericanos de los dominantes modelos yanquis, y cuya creatividad básica se desarrolló, de nuevo en Italia, a partir de 1967 con la fabulación de Corto Maltese, personaje y serie aún en evolución que constituyen la parte decisiva de la producción global de Pratt. Corto Maltese, a imagen de su autor en considerables aspectos, es un desarraigado trotamundos, apátrida por excelencia, cuyas aventuras, desde los prolegómenos de la primera guerra mundial hasta la contienda civil española (donde desaparecerá) se afincan en transcendentales acontecimientos de la Historia del siglo, integrando especialmente diversos despertares de la conciencia revolucionaria en el Tercer Mundo. Precisamente, la reciente estancia de Hugo Pratt en Barcelona y Madrid, que posibilitó la siguiente entrevista, ha tenido por motivo la edición en castellano, después de La balada del mar salado, de la otra gran narración larga protagonizada por el citado aventurero, Corto Maltese en Siberia, donde se asiste a los últimos estertores de la Rusia blanca y a los primeros balbuceos de la revolución china.