por Ibán de Rementería
Lo que caracterizó a todas las propuestas presidenciales, incluida la de Gabriel Boric, fue desconocer que el asunto de las drogas es un problema de demanda por ellas, además de no asumir que aquello se debe al grave deterioro de la salud mental de la población nacional.
Todas las políticas de drogas se centran en la oferta de ellas por el narcotráfico, lo que la comunidad internacional y el país vienen haciendo hace más de cien años con rotundos fracasos, culminando en los últimos cincuenta años en la “guerra de las drogas” – Presidente Nixon 1971-, que ha costado más víctimas en vidas, enfermedades, personas encarceladas y vidas destruidas que el consumo de drogas[1] y cualquiera de los otras conductas y delitos que nuestras sociedades han acordado perseguir penalmente.