por Vladimir Safatle
En un momento en que Brasil está terminando un ciclo de desarrollo que habría durado una década y recibió el nombre de «Lulismo», me parece saludable volver los ojos a la teoría de Celso Furtado.
En 1974, Celso Furtado escribió un pequeño libro que todavía hoy impresiona por su capacidad crítica en relación con uno de los fundamentos de la noción económica de progreso. En él, la noción misma de desarrollo económico fue descrita como un «mito», no en el sentido estructuralista del mito como una matriz de inteligibilidad de los conflictos sociales, sino en el sentido iluminista del mito como una ilusión capaz de bloquear aquello que es decisivo dentro de la vida social. Este mito del desarrollo económico, como decía Furtado, era responsable de la parálisis de la creatividad social. Creatividad que se expresa necesariamente a través de un proceso global de «transformación de la sociedad a nivel de medios y también de fines» /1/.