César Vallejo: «Una reunión de escritores bolcheviques»

Me costó trabajo y mucho tiempo dar con la casa de Kolvasief. Leningrado es, después de Londres, la ciudad más extensa de Europa. Añádase la actual deficiencia de los medios de transporte urbano, el desconocimiento que de la ciudad tiene  el recién llegado y, lo que es más grave, su ignorancia del ruso, y ya podrá imaginarse el lector lo difícil que resulta para el extranjero dar por sí mismo con un punto cualquiera de la urbe. Más todavía. La numeración de las casas de Leningrado obedece a un orden y progresión tan esotéricos e inextricables, que sólo los iniciados pueden seguirla y servirse de ella. Por fortuna, encontré a tiempo al crítico literario Vigodsky, que  asistía también a la reunión de escritores bolcheviques. Y  Vigodsky vino, asimismo, a guiarme por otro laberinto: una vez en casa de Kolvasief, había que orientarse en la numeración de los departamentos y habitaciones, que es mucho más compleja y minuciosa que la de la calle. Leningrado no sufre de la crisis de alojamientos de que padece Moscú, pero tampoco hay allí abundancia de casas[1]. La población cabe a las justas dentro del actual perímetro urbano, y para prevenir inesperados conflictos y desórdenes derivados del creciente acercamiento entre la ciudad  y el campo —acercamiento provocado por la política de socialización integral del Soviet—, se ha organizado rigurosamente   y   en   sus   más   mínimos   detalles   el régimen domiciliario. De aquí que cada casa resulte una colmena, a causa de la minuciosidad, orden y regularidad de su parcelamiento.

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Los animales en la sociedad moderna

por César Vallejo

El libro de Paul Eluard, Los animales y sus hombres, nos ha hecho pensar un buen rato en las relaciones del hombre con las bestias. El solo título del libro nos ha dado más de una cosquilla reflexiva. A otro autor, que no fuese superrealista, no se le habría ocurrido semejante inversión de las categorías estéticas del hombre y de los animales. Lo más racional y hasta científico, le habría parecido un título que dijese: “Los hombres y sus animales”. Pero la sorpresa superrealista del título que nos ocupa, reside, precisamente, en haber sacado a la luz una ecuación dialéctica del reino animal, superior e invisible para el ojo corriente o “realista”.

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