por Jorge Martín
Un mes después del golpe de Estado contra el presidente Castillo el 7 de diciembre, el nuevo gobierno ilegítimo de Dina Boluarte ha utilizado una brutal represión policial y militar para sofocar las protestas, dejando 48 muertos.
Un mes después del golpe de Estado contra el presidente Castillo el 7 de diciembre, el nuevo gobierno ilegítimo de Dina Boluarte ha utilizado una brutal represión policial y militar para sofocar las protestas, dejando 48 muertos.
El régimen peruano, el cual fue instalado con la complicidad del imperialismo estadounidense en un golpe parlamentario contra el presidente Pedro Castillo, está consolidando formas dictatoriales de gobierno detrás de la fachada “constitucional” del Congreso y de la exvicepresidenta de Castillo, Dina Boluarte.
Las movilizaciones contra el golpe de Estado a Castillo en Perú han puesto al gobierno de la usurpadora Dina Boluarte contra las cuerdas, con 14 de los 24 departamentos del Perú afectados por manifestaciones de masas y cortes de ruta. La represión no ha logrado parar el movimiento, a pesar de que ya son 8 las personas muertas, incluyendo 2 menores de edad, todas menos una a causa de disparos de la policía.
Las noticias desde Perú resultan alarmantes. El Presidente Castillo aparece en la tarde disponiendo la disolución del Congreso, anunciando que legislará por decreto y declarando —esto es fundamental para comprender la medida— Estado de Excepción en todo el territorio nacional, con toque de queda a partir de las 22:00. Unas horas después, la propia Vicepresidenta de Castillo, Dina Boluarte con el apoyo del Congreso, 16 votos oficialistas y muy pocas oposiciones asume la Presidencia de la República, destituyendo a Castillo. El hecho es una palada más sobre la moribunda democracia burguesa peruana que desde 2016 a la fecha ha tenido 5 Presidentes que han visto interrumpidos sus mandatos por razones constitucionales. Pero esto no es lo único, en los últimos treinta años la totalidad de los ex mandatarios han terminado en la cárcel como Fujimori y Humala, fugados como Toledo, destituidos como Kuczynski o suicidados como García. Se trata de una monstruosa muestra del hundimiento completo del régimen burgués, sin que en esta crisis hayan podido expresarse los explotados, la clase trabajadora ni el campesinado peruano.
Días después de la segunda vuelta (6 de junio de 2021), los partidos de derechistas y la burguesía peruana organizaron una ofensiva contra el presidente nacional-reformista. Estas fuerzas políticas controlan las instituciones y las principales palancas económicas del país. Así, cuando las condiciones políticas lo permitieran, podrían derrocar a Castillo mediante un golpe institucional.
Al igual que en la mayoría de los países de Latinoamérica en los últimos meses se viene sucediendo un alza generalizada del costo de vida que agrava aún más la situación insoportable en que vive la gran mayoría.
El azúcar pasó de 2,50 a 6 soles, el pollo de 12 a 16 soles ($3,24 a $4,32 dólares); el gas a 75 soles ($20,27 dólares). La información oficial muestra indicadores que no se veían desde hace décadas. Los precios subieron en 27 ciudades del país, con un promedio de 7,45% y en varias de esas ciudades más del 10% anual. En marzo la inflación fue del 1,48% un nivel que no se registraba desde 1996.
Sobre el «acuerdo de paz», usted sabe que nunca hubo tal; Montesinos engañó a Guzmán como a un bebé de pecho. Éste se vendió a la dictadura a cambio de que le permitieran vivir con su mujer en la cárcel. […] La dictadura nunca quiso dialogar con quienes seguían en armas porque les convenía tener un pretexto para seguir saqueando las arcas del Estado y mantener la legislación antiterrorista para reprimir al pueblo.
La muerte el 11 de septiembre de Abimael Guzmán, fundador y líder ideológico del grupo guerrillero maoísta Sendero Luminoso, SL, ha desatado un torrente histérico de propaganda anticomunista en todos los sectores del establishment gobernante peruano y en los medios corporativos.
Desde que juró como presidente de Perú el 28 de julio, Pedro Castillo, el maestro rural y exlíder de la huelga magisterial en 2017, se perfila como defensor de la propiedad privada y la inversión extranjera. Castillo ganó la presidencia con el voto de las regiones más pobres y explotadas de los Andes y el sur de Perú. La estrecha victoria de tan solo 44.000 votos sobre su rival de extrema derecha, Keiko Fujimori, hija del ahora encarcelado exdictador Alberto Fujimori, reflejó las divisiones profundas y explosivas en un país dominado por la desigualdad social y devastado por la pandemia del COVID-19.
Perú está en el medio de fuertes tensiones políticas, debido a que el país completará una segunda semana desde las elecciones presidenciales del 6 de junio sin que se declare oficialmente un ganador.
La elección peruana ha generado una verdadera histeria entre las elites limeñas y una campaña de demonización del candidato cajamarquino. El escenario, de confirmarse la victoria de Pedro Castillo, tiene altas dosis de incertidumbre. Pero estas se vinculan poco con los fantasmas que promueve el anticomunismo zombi que recorre el país.
A pocos días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, Pedro Castillo tiene una ventaja muy estrecha sobre su rival, Keiko Fujimori. La elección revela la enorme polarización política en el país andino, que ha sido devastado por la pandemia de la COVID-19.
Hoy las elecciones en primera vuelta en Perú tienen un ganador: los trabajadores del Perú. Aunque las explicaciones van desde la ideología marxista, comunismo mediante, hasta el hastió por los altos índices de corrupción, lo cierto es que la victoria electoral da vuelta el tablero político en el Perú; ¿Razones?.
El panorama para las elecciones presidenciales para la segunda vuelta el próximo domingo 6 de junio ha quedado definido: Pedro Castillo y Keiko Fujimori pasarán a la segunda vuelta.
Los acontecimientos se mueven a gran velocidad en el Perú, el día 9 de noviembre fue destituido el hasta entonces presidente Martin Vizcarra; 10 días después el nuevo gobierno de Merino ha caído por la presión del movimiento de masas desatado en los últimos días. La crisis en el Estado burgués ha abierto las compuertas de la lucha de clases en las calles y la clase trabajadora y la juventud han derrotado al régimen en esta primera batalla.
de El Porteño
Entrevistamos Elena Morote, peruana, residente hace diez años en nuestro país y cuyo padre Osmán Morote, un destacado intelectual, académico y antropólogo, peruano, dirigente del Partido Comunista de ese país (Sendero Luminoso), lleva más de 33 años encarcelado en las crueles mazmorras dede antes del fujimorismo.
Los pueblos de la América española se mueven, en una misma dirección. La solidaridad de sus destinos históricos no es una ilusión de la literatura americanista. Estos pueblos, realmente, no sólo son hermanos en la retórica sino también en la historia. Proceden de una matriz única. La conquista española, destruyendo las culturas y las agrupaciones autóctonas, uniformó la fisonomía étnica, política y moral de la América Hispana. Los métodos de colonización de los españoles solidarizaron la suerte de sus colonias. Los conquistadores impusieron a las poblaciones indígenas su religión y su feudalidad. La sangre española se mezcló con la sangre india. Se crearon, así, núcleos de población criolla, gérmenes de futuras nacionalidades. Luego, idénticas ideas y emociones agitaron a las colonias contra España. El proceso de formación de los pueblos indo-españoles tuvo, en suma, una trayectoria uniforme.
El expresidente peruano Alan García murió este miércoles en un hospital de Lima donde había sido ingresado tras dispararse en la cabeza poco después de que la policía llegara a su casa para detenerlo por orden de la fiscalía.
García, de 69 años y presidente de Perú durante dos periodos (1985-1990 y 2006-2011), falleció en el hospital Casimiro Ulloa de Lima víctima del balazo que él mismo se propició.
Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.
Laten en el Perú las primeras inquietudes feministas. Existen algunas células, algunos núcleos de feminismo. Los propugnadores del nacionalismo a ultranza pensarían probablemente: he ahí otra idea exotica, otra idea forastera que se injerta en la metalidad peruana.
Tranquilicemos un poco a esta gente aprensiva. No hay que ver en el feminismo una idea exotica, una idea extranjera. Hay que ver, simplemente, una idea humana. Una idea característica de una civilización, peculiar a una época. Y, por ende, una idea con derecho de ciudadanía en el Perú, como en cualquier otro segmento del mundo civilizado.
por Marcello Musto
El camino que lleva a Ayacucho es duro y al recorrerlo se respira un aire misterioso. La ciudad se sitúa en el centro de la Sierra peruana y ha estado marcada, durante muchos años, por la miseria extrema. Espacial y culturalmente alejada de Lima y de los centros más modernos del país, se halla inmersa en una tierra cuya producción, hasta hace pocas décadas, consistía en un sistema agrícola todavía organizado sobre bases semifeudales. Un tesoro que no dejado nunca de suscitar el interés de antropólogos y estudiosos de las tradiciones populares. Sin embargo, fue precisamente en este lugar remoto, hasta mediados de los años setenta sin carretera asfaltada que lo comunicara con la costa, sin una auténtica red eléctrica y sin televisión, donde se dieron cita los acontecimientos que cambiaron, irreversiblemente, la historia del Perú y que de nuevo pusieron en boca de todo el mundo a esta nación.
El 17 de julio de 1973, hace ya 44 años, Víctor Jara grabó un extenso programa con Panamericana Televisión, en Lima, Perú, bajo la conducción del periodista Ernesto García Calderón -retransmitido a todo el continente- y que a la postre se transformaría en una de las últimas intervenciones públicas del dramaturgo y músico que representa a lo mejor de su generación, una generación que labró un proyecto revolucionario y que cayó en el combate por esa causa.