por José Álvarez Carrero
Si alguien ha intentado adquirir un vehículo, un Play Station, un Xbox, un televisor o cualquier otro aparato tecnológico en los últimos días, posiblemente haya notado que la escasez de muchos de estos modelos es latente. La respuesta de los vendedores es la misma: “las entregas están demoradas por la crisis de semiconductores”. Esta situación ha llevado a que, por ejemplo, el sector automovilístico haya tenido que paralizar fábricas a lo largo y ancho del planeta o haya disminuido el ritmo de producción despidiendo a miles de trabajadores, afectando a los consumidores, pero, sobre todo, impactando en la economía.