por Catalina Albert, Claudia Urquieta y Nicolás Sepúlveda
Después de iniciar el procedimiento para reanimar a Abel Acuña, que estaba sufriendo un paro cardiorrespiratorio en Plaza Italia, los paramédicos llamaron a una ambulancia. Solo demoró seis minutos. Fue en ese lapso que se desencadenó el ataque. Así lo relata el personal de salud que intentaba salvar al joven. El chorro del guanaco, disparos de perdigones y el gas lacrimógeno, les impidió trabajar con la precisión que requería ese dramático momento. A pesar de que el chofer de la ambulancia encendió las balizas, tocó la sirena y levantaba sus brazos, Carabineros no cedió. Abel falleció en la ex Posta Central unos minutos después.