Si no fuera por la personalidad del firmante, Presidente honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, podría pensarse que estamos ante una boutade, una ocurrencia sin visos de ocurrir en la realidad. Pero atiéndase al argumento, que probablemente recoge una corriente de opinión tal vez hoy minoritaria, pero que puede crecer según se desarrollen los acontecimientos. La idea, un punto mesiánica, de que la utilización del arma nuclear contra los países europeos podría salvar a la Humanidad de una catástrofe irreparable, puede abrirse paso en Rusia si se siente acorralada.