Mi padre: negación y negación; contra-padre, ciudad, aceptación
–lejana– del lirio, su gónada
y recuerdos rajados: la nuez en la cabeza –de san Antonio de
Padua– la cabeza roída: yo rezaba, y de súbito
un pozo más y más fondo; y las palabras, un pozo; y los
hermanos, un pozo: todo un eco la salida,
todo un eco –política de gotas de ácido– la quemadura, la vereda,
no más barro, espesor significado en ti
o sobre ti. Ciudadano, nunca he dicho sujeto: tu corazón o mi
sílaba. Tu pericardio, el baptisterio,
los prestamistas, limpios: no pureza, no oxígeno –es lo albo su
mancha– el aceite en sus manos.