por Nancy Guzmán
El manto de silencio de la dictadura sobre la detención de dos importantes militantes del MIR no era casual correspondía a una nueva forma de operar de la represión, a una política dirigida desde el Puesto de Mando del General Pinochet, el piso 22 del edificio Diego Portales, era el ocultamiento de las detenciones que daría paso a la desaparición de Van Schouwen.
A fines de diciembre la dirección del MIR buscaba desesperadamente tener noticias sobre lo ocurrido en la parroquia de Los Capuchinos. Miguel Enríquez le encomienda la misión a un ex seminarista de la Congregación Sagrada Familia y militante de su partido, Germán Cortez[1], que se comunique con el Obispo Fernando Ariztía[2] para que indague sobre lo sucedido en la parroquia de Los Capuchinos.