por Juan García Brun
Christoph Haizmann únicamente deseaba ser reconocido por la actividad que más le gustaba hacer. Desde joven demostró una afinidad para las artes plásticas, al asistir al recinto religioso de su pueblo natal podía pasar horas observando los retablos que demostraban la grandeza de la santísima trinidad y el terrible destino que le esperaba a los pecadores. Siempre tuvo un interés hacia estos últimos, no podía entender cómo había personas que cometían actos horrendos a pesar de saber la suerte al que se enfrentarían en el destino final.