Hubo un tiempo en que muchos de nosotros no echábamos de menos ni buscábamos nada fuera de la Navidad, porque ésta encerraba, como dentro de un círculo mágico, todo nuestro mundo limitado; porque ella reunía dentro de sí todos nuestros gozos, afectos y esperanzas hogareños; porque agrupaba a todo y a todos en torno del fuego navideño, y porque no dejaba nada fuera del pequeño cuadro luminoso que brillaba ante nuestros ojos juveniles.