¿Quién fue Cervantes?

por Daniel Eisenberg

Hay autores cuyas vidas son tan anodinas que nadie se interesaría por ellas a no ser por sus escritos. Lo que vivieron y lo que escribieron siguen cauces distintos. Es, por ejemplo, el caso de Calderón. En cambio, hay autores cuyas vidas nos brindan testimonios apasionantes. La de Cervantes es inte­resantísima y muy relacionada con sus obras. Él mismo sin duda la consideraba novelesca, mucho más apasionada e intensa que las fingidas historias de los libros de caballerías. Las fuentes para conocerla son unos documentos que, en su mayoría, tratan de su servicio a la corona como militar, comisario y recaudador de impuestos. Leídos —o escudri­ñados— con conocimiento de las prácticas comerciales, brotan a veces conclusiones jugosas de las secas líneas. Aparte de estos documentos, que iluminan bien sólo ciertas etapas y actividades de su biografía, tenemos que sacar conclusiones de la autopresentación de Cervantes en sus prólogos y dedicatorias, y de sus obras. Un aviso previo: como era el caso de muchos escritores y artistas. Cervantes solía cargar las tintas describiendo su mala posición econó­mica, para animar al mecenas a una donación más generosa.

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