Traveling Wilburys: guitarras en la mecedora

por Isabel Camblor

Un día de primavera, en Malibú, George Harrison y Jeff Lynne quedaron para tomar un café. Como la sobremesa se alargaba, se pidieron la primera cerveza. Jeff le comentó a George que Roy Orbison andaba esos días por allí, en la costa Oeste, en California y a Harrison, algo achispadillo ya, se le ocurrió que podían llamarle. Roy se acercó a la terraza y se pidió primero un descafeinado y después pagó una ronda de cervecitas. A la cuarta ronda alguno de los tres tuvo la temeridad de sugerir que se le pidiera a su señoría Bob Dylan que se acercara también y que se tomara algo con ellos. Y entonces, se hizo la magia: no solo ese tipo tan escurridizo aceptó la invitación, sino que, además, ofreció su garaje y puso sus propias cervezas a disposición de todos.

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