por Alfonso Matus
Bajo la luz parda del amanecer los rastreadores levantan el campamento. Comparten una hogaza de pan, beben algo de agua y prosiguen su camino. Están en algún lugar de Anatolia, no muy lejos de los ríos que bañaron los albores de la civilización. Corren el riesgo de llevar un cofre rebosante en dracmas.