por Juan Carlos Gómez Leyton
El presente texto fue elaborado para ser presentado en el Coloquio Internacional Bicentenario Batalla de Pichincha cuyo objetivo es reflexionar en clave del presente problemáticas políticas e históricas tales como la Unión de Nuestra América, el Anticolonialismo y antiimperialismo y el Bicentenario, el desafío de la independencia. Este coloquio se realizó los días 23 y 24 de mayo. Sin embargo, inexplicables “razones burocráticas” argüidas por la línea aérea y funcionarios de migración nacionales impidieron que yo pudiera salir del país en dirección a Venezuela. Y asistir a este coloquio. He aquí mi contribución a dicho evento.
Una concepción amplia de la revolución como desarrollo estratégico de largo alcance y de intensidad inusitada puede ser útil, porque es realista. Al mismo tiempo que atempera a los impacientes, curte a quienes buscan con pasión a la no muy fácil tarea de reconstruir la sociedad latinoamericana. Orlando Fals Borda (Las revoluciones inconclusas en América Latina, 1809-1968)
Obertura
La lucha por la emancipación de los pueblos y sociedades coloniales hispánicas y caribeñas se abre en 1808 con la rebelión de los esclavos de Haití y se cierra con las independencias de los Virreinatos del Perú y de México ambos en 1821. Con la derrota del ejército imperial en la Batalla de Ayacucho en 1824, en la región sudamericana, se consolida el triunfo militar del Ejército del Libertador Simón Bolívar logrado en la Batalla de Pichincha -justamente que hoy conmemoramos y celebramos su Centenario-. Hay consenso entre los analistas que dicha batalla y triunfo militar jugó un rol fundamental para el proceso emancipador de América Andina que posibilitó consolidar las independencias de la Gran Colombia, Ecuador, Chile, Argentina e incluso, Paraguay y Uruguay a las orillas del Río de la Plata. Y, sobre todo, para la existencia de Bolivia.