por Joseph Kishore y David North
El 14 de julio fue el 234º aniversario de la toma de la Bastilla, una fortaleza en París que simbolizaba la injusticia y el poder opresivo del Ancien Régime francés, el Régimen Antiguo de relaciones de propiedad feudales en el que basaba la monarquía y la aristocracia. En los meses y semanas que precedieron el estallido de las masas parisinas, la prolongada crisis política se venía intensificando. La bancarrota estatal y los escándalos habían socavado el prestigio y la autoridad del Gobierno. Las profundas divisiones en la estructura social de Francia, organizada en diferentes “estamentos”, se estaban quebrando contra la superficie de la vida política. El “tercer estado”, compuesto por la gran mayoría de la población y liderado por la emergente burguesía, se había comenzado a organizar independientemente de y en oposición a los dos estamentos de la aristocracia.