por Marco Álvarez Vergara
“Hay hombres [y mujeres] que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.
Pero los hay que luchan toda la vida:
esos son los imprescindibles”.
Bertolt Brecht
Carmen, 75 años
La cultura de izquierdas, tan litúrgica como la cristiana, tiende a conmemorar a sus referentes en los aniversarios de su fallecimiento. Esto se exacerba ante la violenta Latinoamérica del siglo XX, donde millares de militantes en nombre del socialismo y la emancipación perdieron sus vidas en “el largo y difícil camino de la revolución obrera y campesina”[1]. Sin embargo, al concentrarnos sólo en el último destello de rebeldía de estos dignos hombres y mujeres cargados de heroicidad, nos lleva a navegar por las tinieblas del culto a la muerte, que lamentablemente trae consigo nublar la riqueza de su praxis revolucionaria y, con ello, termina limitando el diálogo histórico y su recreación política en virtud de la construcción de un proyecto de transformación social.