Stephen Hawking y su gran aportación a la cosmología

por  Hubert Krivine //

 

Stephen Hawking murió el pasado miércoles, 14 de marzo, a la edad de 76 años, cuatro meses después del fallecimiento de Johnny Hallyday. Estas defunciones de dos personalidades muy diferentes han tenido casi el mismo eco en todo el mundo. El paralelismo se agota aquí. No hay discusión posible sobre el legado del primero: fue un físico de talla enorme y sus trabajos seguirán inspirando durante mucho tiempo la investigación científica. Que juzgue quien lee estas líneas: en contra de la opinión que prevalecía de que los agujeros negros no podían emitir radiación, no solo le debemos la previsión de la llamada radiación de Hawking, sino también las contradicciones que implicaba con la teoría de la mecánica cuántica. Para disipar dudas, precisemos un poco la cuestión

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La temperada racionalidad del ateísmo

por Salvador López Arnal //

No puedo imaginar a un Dios que recompense y castigue a sus criaturas, o que tenga una voluntad parecida a la que experimentamos dentro de nosotros mismos. Ni puedo ni querría imaginar que el individuo sobreviva a su muerte física […] Yo me doy por satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con la conciencia de un vislumbre de la estructura maravillosa del mundo real, junto con el esfuerzo decidido por abarcar una parte, aunque sea muy pequeña, de la Razón que se manifiesta en la naturaleza.

ALBERT EINSTEIN (1934),

El mundo tal como yo lo veo.

Pistas y creencias

Los asuntos teológicos pueden ser un buen material para excelentes bromas filosóficas. Un ejemplo. Cuando a Bertrand Russell, el autor de Por qué no soy cristiano, le preguntaron qué le diría al Altísimo si se lo encontrase cara a cara en las puertas del paraíso, respondió con admirable rigor metodológico: “Oh, Señor, ¿por qué no nos diste más pistas?”

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