Poema de Louise Glück: «El triunfo de Aquiles»

En la historia de Patroclo,
no sobrevive nadie, ni siquiera Aquiles,
que era casi un dios.
Patroclo se parecía a él; usaron
la misma armadura.

En estas amistades,
siempre hay uno que atiende al otro,
la jerarquía
se nota todo el tiempo, aunque no se pueda
confiar en las leyendas:
su fuente es el que sobrevive,
el abandonado.

¿Qué eran las naves griegas incendiadas
en comparación con esa pérdida?

En su carpa, Aquiles
lo lloró con todo su ser,
y los dioses vieron

que ya era un hombre muerto, víctima
de la parte que amaba,
de la parte mortal.

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