Poema de Gregory Corso: «Matrimonio»

¿Debería casarme? ¿Debería ser bueno?

¿Dejar sorprendida a la vecina con mi traje de terciopelo y mi gorro fastuoso?

No invitarla a ver películas pero sí a cementerios

contarle todo acerca de las tinas licántropas y los clarinetes curvados

luego desearla y besarla y todos los preliminares

y ella sin querer llegar más lejos y yo al entender bien por qué

sin enojarme decirle ¡Tienes que sentir! ¡Es hermoso sentir!

En lugar de seguir tomarla entre mis brazos recostarla en una vieja lápida maltrecha

y seducirla toda la noche bajo las constelaciones del cielo—

Al presentarme con sus padres

la espalda erguida, el cabello por fin peinado, ahorcado por una corbata

Tendría que sentarme con las rodillas juntas en el sofá de tercera

y no preguntar ¿Dónde está el baño?

De qué otra manera me puedo sentir alguien distinto,

pensando muy seguido en el jabón de Flash Gordon—

Ay, qué terrible debe ser para un joven muchacho

sentarse frente a una familia y que la familia piense

¡Nunca lo vimos antes! ¡Quiere a nuestra Mary Lou!

Luego de tomar el té y las galletas caseras preguntan ¿Cómo te ganas la vida?

¿Debería decirles? ¿Así les caería bien?

Dirían Está bien se pueden casar, perdemos una hija

pero ganamos un hijo—

Ya entonces podría preguntar ¿Dónde está el baño?

¡Ay, Dios, luego la boda! Toda su familia y todos sus amigos

y sólo unos cuantos de los míos todos impresentables y barbones

nada más esperando a que lleguen la comida y los tragos—

¡Y el sacerdote! Mirándome como si me masturbara

y preguntando luego ¿Toma usted a esta mujer como su legítima esposa?

Y yo temblando sin saber qué decir diría ¡Pastel de mona!

Beso a la novia todos esos tipos cursis me dan palmadas en la espalda

¡Es toda tuya, muchacho! ¡Jajaja!

Y una luna de miel obscena se podría ver en sus ojos —

Luego vendría todo ese absurdo del arroz y latas ruidosas y zapatos

¡Las Cataratas del Niágara! ¡Hordas de nosotros!¡Maridos!¡Esposas!¡Flores!¡Chocolates!

A raudales llegan a cómodos hoteles

Todos van a hacer lo mismo esta noche

El recepcionista indiferente sabe lo que va a pasar

Los zombies del lobby lo saben

El botones que hace un guiño lo sabe

¡Todo mundo lo sabe! ¡Casi sentiría ganas de mejor ya no hacer nada!

¡Me quedaría toda la noche despierto! ¡Miraría al recepcionista a los ojos!

Gritando: ¡No quiero luna de miel! ¡No quiero luna de miel!

corriendo desenfrenado entre las habitaciones casi orgásmicas

aullando ¡Panza de radio! ¡Pala de gato!

¡Ay, viviría en Niágara para siempre! En una cueva oscura bajo las cataratas

Ahí me volvería El Lunamielero Loco

tramando planes para romper matrimonios, un azote de la bigamia

un santo del divorcio—

Pero debería casarme

Debería ser bueno

Qué agradable sería llegar a casa con ella

y sentarme junto a la chimenea y ella en la cocina

enfundada en un delantal, joven y adorable esperando a mi bebé

y tan feliz por mí que se le quemaría el roast beef

y vendría conmigo llorando y yo me levantaría de mi enorme silla de papá

diciéndole ¡Diente de Navidad! ¡Sesos radiantes! ¡Manzana sorda!

¡Ay, Dios qué buen esposo sería! ¡Sí, debería casarme!

¡Hay tanto qué hacer! Como meterme en la casa del Sr. Jones ya muy noche

y cubrir sus palos de golf con libros noruegos de 1920

Como poner una foto de Rimbaud en la podadora

como pegar estampillas postales de Tannu Tuva en toda la barda

como agarrar a la Sra. Todabondad cuando viene a pedir donaciones para el Fondo Comunitario

y decirle ¡Hay malos augurios en el cielo!

y cuando el alcalde venga a pedirme un voto decirle ¿Para cuándo van a dejar de matar ballenas?

y cuando venga el lechero dejarle una nota en la botella

Polvo de pingüino, tráigame polvo de pingüino, quiero polvo de pingüino—

Aunque me casara y viviera en Connecticut y nevara

y ella tuviese un bebé y yo estuviera insomne, agotado,

varias noches sin dormir, con la cabeza inmóvil contra una ventana, con el pasado a mis espaldas,

me hallaría en la más común de las situaciones un hombre que tiembla

advertido por las responsabilidades nada de ramitas frotadas ni sopa de monedas romanas—

¡Ay, cómo sería aquello!

Seguro en lugar de un chupón le daría un Tácito de plástico

en lugar de una sonaja una bolsa de discos rotos de Bach

alrededor de su cuna colgaría della Francescas con tachuelas

le cosería el alfabeto griego a su babero

y de corral para bebé le construiría un Partenón sin techo

No, dudo que yo sea ese tipo de padre

nada de campo nada de nieve ni de ventanas tranquilas

pero sí la ciudad caliente y olorosa de Nueva York

siete pisos arriba, con cucarachas y ratas en las paredes

y una esposa gorda como del Reich entre papas gritoneándome ¡Consigue trabajo!

Y cinco chamacos de narices moquientas enamorados de Batman

Y los vecinos todos chimuelos con el cabello reseco

como brujas de aquelarre del siglo XVIII

todos con ganas de entrar y ver la TV

Y el casero con ganas de cobrar su renta

La tienda de abarrotes Gas de Azul Tóxico & los Caballeros Electricistas de Columbus

Imposible acostarse y soñar nieve del Teléfono, estacionamiento para fantasmas—

¡No! No debería casarme ¡Jamás debería casarme!

Pero— imagino que si estuviera casado con una mujer sofisticada y hermosa

alta y pálida que usara un elegante vestido negro y guantes largos negros

que sostuviera una boquilla en una mano y un jaibol de whisky en la otra

y viviéramos en lo alto de un penthouse con una enorme ventana

desde la que pudiéramos ver todo Nueva York y aún más lejos en días despejados

No, no me puedo imaginar casado con esa adorable prisión de sueños—

¿Ay, pero qué hay del amor? Se me olvidó el amor

no es que sea incapaz de amar

sólo es que encuentro al amor tan raro como ponerse zapatos—

Nunca quise casarme con una chica que fuera como mi madre

y con Ingrid Bergman siempre fue imposible

Y quizá haya una chica pero ya se habría casado

Y no me gustan los hombres y—

¡pero tiene que haber alguien!

Pues qué pasaría si de pronto ya tengo 60 años y no estoy casado,

solo en un cuarto amueblado, con mis calzones manchados de orina

¡y todos los demás casados! ¡Todo el universo casado menos yo!

Ah, pero sé muy bien que si hubiera una mujer tan posible

como yo soy posible

entonces el matrimonio sería posible—

Como ELLA, que con su extraña baratija solitaria espera a su amante egipcio,

yo también espero— aunque no tenga 2000 años ni el baño de la vida.

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