por Gustavo Burgos //
Es un lugar común recordar el importante papel que jugó la Vicaría de la Solidaridad y múltiples comunidades de base de la Iglesia, en Chile durante la Dictadura Pinochetista. En efecto, los nombres de Jarlán, Alsina, Llidó, Woodward y Poblete, proclaman el compromiso que individualmente tomaron ellos y muchos otros, como Mariano Puga, en la lucha democrática de aquellos años.
Pero esta verdad, no puede opacar el papel que institucionalmente ha jugado la Iglesia Católica en Chile desde los orígenes de la República y aún antes desde ser colonia de la corona española. La Iglesia chilena –al igual que a nivel mundial- ha jugado un papel de incondicional soporte a los intereses imperialistas y de la burguesía.
Es así como jugó un papel fundamental, durante la guerra de independencia, tomó partido por la causa la causa monárquica, apoyando hasta el final al mismísimo Marcó del Pont. Con posterioridad ha sido función de la Iglesia la defensa incondicional del orden social, siendo portaestandarte de la reacción frente a todo tipo de transformación democrática en nuestro país.
Es así como dieron una guerra a muerte en contra de la separación de Iglesia del Estado, del sufragio universal y el sufragio femenino, asumiendo la lucha anticomunista en primera fila. En España la Iglesia Católica fue la columna vertebral del fascismo, el apoyo prestado por el Papa Pio XI a los regímenes fascistas en Italia y Alemania es elocuente. Mussollini fue llamado “un hombre de la providencia”
Más cerca, en Argentina, el papel de la Iglesia Católica en el apoyo a la Dictadura Militar fue explícito y son numerosos los sacerdotes implicados en violaciones a los DDHH, llegando a participar como delatores, torturadores y asesinos. El propio Papa Francisco, Bergoglio, jugó un papel de colaboración con la Dictadura de los 30.000 desaparecidos.
En nuestro país la primera medida de la Conferencia Episcopal fue la de saludar al Golpe Pinochetista como necesario, haciendo votos por la “reconstrucción nacional”. Los cadáveres flotaban por el Mapocho y se fusilaba a obreros en las calles y el Cardenal Silva Henríquez celebró el Te Deum en la Catedral, en la que Pinochet fue fotografiado con sus gafas oscuras que hicieron historia.
Recientemente, a través de wickileacks, hemos tomado conocimiento de un documento fechado el 18 de octubre de 1973 que contextualiza lo afirmado. En él se desvela cómo el secretario de Estado Vaticano, Giovanni Benelli expresó a diplomáticos estadounidenses “su grave preocupación, y la del papa Pablo VI, sobre la exitosa campaña internacional izquierdista para falsear completamente las realidades de la situación chilena”.
Benelli, dejó en claro su preocupación por una supuesta campaña del terror de los sectores de izquierda para demonizar a la Junta de Gobierno que dirigía Chile tras el golpe de Estado del 11 de septiembre. Benelli trabajó junto al Papa Pablo VI durante más de una década y es recordado como el “Kissinger del Vaticano” por su autoritarismo y conducción del cargo.
Al darse cuenta de que la caída de Allende era uno de los mayores reveses para la causa comunista, Benelli dijo “las fuerzas izquierdistas han minimizado ampliamente los daños al convencer al mundo de que la caída de Allende fue debida exclusivamente a fuerzas fascistas y externas, en vez de a los fallos de su propia gestión política, como realmente ocurrió”. Benelli además expresó sus temores de que el éxito de esta campaña de propaganda comunista pueda influir en los medios de comunicación del mundo libre en el futuro.
La información fue publicada por el diario italiano La Repubblica que es parte de los 15 medios que están relacionados con Wikileaks para difundir los cables secretos que el movimiento de Julian Assange recolectó a través del mundo.
Pero Benelli fue aún más allá, admitiendo que “como es natural, desafortunadamente, tras un golpe de Estado, hay que admitir que ha habido algún derramamiento de sangre en las operaciones de limpieza en Chile, pero la Nunciatura en Santiago, el cardenal Silva y el Episcopado chileno en general han asegurado al Papa Pablo que la Junta está haciendo todo lo posible para que la situación vuelva a la normalidad y que las historias de los medios internacionales que hablan de una represión brutal no tienen fundamento”.
“El resultado es que los izquierdistas han logrado crear una situación en la que el Papa sería atacado por los moderados si defiende la verdad en Chile“, continúa el documento.
“El Vaticano está convencido, y la Nunciatura ha confirmado, que durante los últimos meses del Gobierno de Allende, la Embajada de Cuba estaba sirviendo como arsenal para distribuir armas fabricadas en Europa del Este a los obreros chilenos”, continúa la información.
Por último, el informe secreto de la Embajada de EEUU ante el Vaticano termina con una corta frase, restando importancia al tema, ya que lo deja para el final:
“El Vaticano informó la semana pasada a un intermediario izquierdista de que el Papa no podría recibir a Isabel Allende, y Benelli cuenta con que esto provocará nuevas críticas contra el Vaticano”.
Lo indicado no hace sino confirmar el papel de la Iglesia, como institución, en defensa del orden burgués. Este es el contenido material del aserto -de cuño marxista- de que la religión es el opio de los pueblos.
Valparaíso, 19 de mayo de 2014.